Al conocernos más profundamente, y hacernos cargo de nosotros mismos, o sea de nuestras necesidades, comenzamos a discernir entre lo que nos apetece y nos conviene, y optamos por elegir aquellos nutrientes que nos sientan bien, aprendemos a alimentar cuidadosamente nuestra alma. Cultivamos relaciones que nutren nuestra vida creativa e instintiva y nos comprometemos a alimentar a los demás de la misma manera. Aprendemos a crear y nos recreamos en nuestro día a día. Elegimos alimentos que nos alcalinizan y relaciones que nos llenan de amor, presencia y verdad. El alma florece mediante el cultivo de la soledad : el silencio y la oración, leer, escribir, escuchar música, cantar, bailar; pintar, dibujar, colorear mandalas, escribir o leer poesía; llevar un diario, mirar la luz de una vela, hacer yoga, meditar; mirarse a los ojos en un espejo durante un tiempo, mirar el mar o el cielo estrellado, soñar. Es bonito saber que a lone (solo) viene de all one (t...