Los peligros del azúcar blanco refinado

Hoy por hoy el azúcar es uno de los alimentos más consumidos en todo el mundo y con más presencia en nuestra dieta, y es que prácticamente todo lo que ingerimos contiene azúcar, da igual que hablemos de una lata de guisantes, una lasaña precocinada, tomate en conserva, galletas, o refrescos... por eso es importante que conozcamos el riesgo que corremos con este hábito o adicción que nos satura el organismo y es responsable de muchos problemas de salud en los países “desarrollados”.

La OMS, Organización Mundial de la Salud, ha publicado varios artículos sobre los peligros del consumo excesivo del azúcar, las bebidas azucaradas, el azúcar en relación con los infartos de miocardio, el cáncer, la diabetes, la hipertensión... (e incluso diría con la hiperactividad en los niños).


¿Qué es el azúcar?

El azúcar se obtiene de la caña de azúcar y de la remolacha azucarera, y la variedad más consumida es el azúcar blanco refinado, la más perjudicial. Los procesos químicos que sufren la caña o la remolacha, eliminan todos los nutrientes de esos alimentos, es decir, eliminan toda la fibra y las proteínas y dejan solo la sacarosa.

Por eso podemos afirmar que el azúcar es sacarosa, y nada más. No aporta otros nutrientes, ni vitaminas, ni minerales... solo aporta sacarosa. La sacarosa es un disacárido, un carbohidrato que a su vez aporta energía al organismo. Y este es uno de los problemas, el azúcar aporta mucha energía en forma de calorías, que no consumimos habitualmente, y se acumulan en forma de grasa.

Además el azúcar absorbe calcio de huesos y dientes, por lo cual estos se van deteriorando, además se almacena en el hígado en forma de glucosa, cuando este no puede absorber más, lo manda a la sangre y esta se deposita en forma de grasa en las partes más habituales como nalgas, abdomen y caderas.

Los carbohidratos son necesarios para nuestro organismo, ya que efectivamente necesitamos un aporte calórico y energético diario, pero tanto las proteínas como las grasas también aportan energía, por lo que realmente no necesitamos consumir tanta azúcar como consumimos, es más, podríamos prescindir de este alimento concreto en nuestra dieta.

Es decir, cuando consumimos fruta, miel, cereales, pasta... también obtenemos energía, azúcares, pero acompañados de otros nutrientes por lo que la proporción de sacarosa no es tan pura como en el caso del azúcar, y por lo tanto, su absorción es más lenta por lo que no es tan perjudicial y desde luego aporta mucho más a nuestro organismo.

 ¿Cómo “estropea” nuestro organismo?

Estudios, como el de la Doctora Cynthia Kenyon (Universidad de California) han demostrado que el consumo excesivo de azúcar puede acortar la vida de un ser humano un 20%, y es que el azúcar es un carbohidrato de absorción rápida, lo que quiere decir que rápidamente aumenta considerablemente nuestros niveles de insulina en sangre.
La insulina es segregada por el páncreas cuando los niveles de glucosa en sangre son elevados, y gracias a esta labor del páncreas no sufrimos una hiperglucemia, que podría llevarnos al coma, e incluso a la muerte rápidamente, (este proceso es generado drásticamente cuando tomamos coca-cola, ya que es toda azúcar o edulcorantes, si la tomamos "light o zero", todavía más perjudiciales para nuestro organismo)

Por eso una persona diabética necesita aportes de insulina “extra” porque su cuerpo no la segrega naturalmente.

Por lo tanto, cuanto más azúcar ingerimos, más haremos trabajar a nuestro hígado y páncreas, que aumentarán la cantidad de insulina en sangre para metabolizar el azúcar. Cuando sometemos a nuestro cuerpo a continuos aumentos de insulina (debido a nuestra dieta demasiado alta en azúcar), estamos contribuyendo al desgaste celular.

Este aumento rápido de insulina en la sangre suele derivar en problemas de salud tan comunes en occidente y en países desarrollados: hipertensión, sobrepeso, obesidad, algunos tipos de diabetes, aterosclerosis, enfermedades degenerativas, envejecimiento prematuro, enfermedad de Crohn, hiperactividad en niños, cálculos biliares, disfunciones en el hígado o páncreas, etc...

El problema de adicción y el círculo vicioso

Como decíamos, cuando nuestro organismo tiene altos niveles de azúcar, nuestro cuerpo segrega insulina para procesar ese azúcar, el problema viene cuando nuestro cuerpo tiene elevados niveles de insulina, ya que para contrarrestar estos niveles de insulina, también necesita azúcar; es decir, cuanta más azúcar consumimos, más azúcar nos pedirá el cuerpo, y de ahí una de las causas de la adicción al azúcar.

Por otro lado muchos estudios califican el azúcar como droga, ya que por un lado genera adicción, y por otro el azúcar aumenta el nivel de sustancias químicas en el cerebro que producen un placer inmediato, al igual que lo hacen muchas drogas ilegales, pero a diferencia de estas, el azúcar se encuentra en casi todo lo que ingerimos (en occidente sobre todo), y lo tenemos al alcance de nuestra mano prácticamente desde que nacemos.

Es decir, debemos procurar por todos los medios reducir nuestro consumo de azúcar. Los edulcorantes químicos artificiales tampoco suponen una buena alternativa, por lo que os recomiendo que simplemente intentéis reducir la dosis de azúcar en vuestra dieta, y utilicéis sustitutos naturales como: la miel, el azúcar de caña integral (a ser posible ecológico), la fruta, y sobre todo, la Stevia, una planta que endulza naturalmente, sin elevar nuestros niveles de glucosa en sangre.

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