9 consejos para Adelgazar con la mente
Si desenmascaras el problema, tu mente te ayudará a adelgazar
1. Descubre lo que esconden tus kilos
¿Es grave tener sobrepeso? Sí, si sientes que tu cuerpo está fuera de tu voluntad.
Sí, si es una exigencia estética y te impones tener un peso“ideal” en
tu vida “ideal”. Sí, si este problema hiere tu ego.
Si este es tu caso,
es el momento de preguntarse si tu malestar y tus kilos de más están
escondiendo algo que no se ve en la superficie. Hay que aprender a
afrontar las emociones sin recurrir a planes de adelgazamiento que
desvíen la atención.
Entre dietas y comilonas muchas están sin atender,
por ejemplo, la sensación de vulnerabilidad. Parecer siempre fuerte es
muy difícil si no te acorazas tras los kilos...
2. No luches contra tu cuerpo
Cuando comprendas que no puedes resolver tus problemas mediante la comida, busca ayuda.
Piensa que depender de la comida como única vía de gratificación no es
“mejor” que pedir ayuda durante un tiempo. Tampoco puedes creer que sólo
necesitas fuerza de voluntad porque cuando renuncias a comer se
convierte en una obsesión. Hay que liberarse de los grilletes de la comida. Hay que
empezar a escuchar el cuerpo sin luchar contra él. Cuidarlo cuando está
cansado, nutrirlo si tiene hambre y quererlo cuando necesita afecto.
3. Revisa tus carencias emocionales
Si
comes sin hambre, lo más probable es que te excedas, porque estarás
bajo los efectos del “hambre emocional”, que es precisamente la que no
controlas. Revisa tus emociones y así reconocerás por qué tu
cerebro te lleva a comer así.
Y déjate guiar libremente por los deseos:
¿un plato caliente? ¿Algo ligero? ¿Dulce o salado? Permite que tu deseo
quede satisfecho, regálate ese placer. Y simplemente deja de comer
cuando sientas que ya es “suficiente”. Así, estarás en condiciones de
reconocer tu nivel de satisfacción de hambre emocional y de hambre real.
4. Alíate con tu cerebro
Intenta hacer un cambio mental, de ti y de tu imagen.
Compartir tus asuntos con tus amigos más íntimos, en lugar de compensar
los problemas abalanzándote sobre la tableta de chocolate. A veces,
es la necesidad de comunicación y el afecto insatisfecho lo que nos
induce a comer. Ten presente la imagen “ideal” para ti de ti misma, la
que quieres alcanzar. La vas visualizando y así tu cerebro se convierte
en un aliado y tu cuerpo querrá llegar a hacerla realidad. Poco a poco,
dejarás atrás el hecho de alcanzar la satisfacción efímera a través de
un atracón.
5. Quiérete más ante un atracón
Mientras
haces el proceso, si caes en un atracón sin ningún control, lo último
que tienes que hacer es odiarte por tu “debilidad”. Ya está
hecho: disfruta ahora de los sabores, las texturas, el color y el aroma
de lo que estás llevándote a la boca. Es un buen recurso para dejar de
“devorar”. Y no te avergüences, porque no has hecho nada malo. Después
de la comilona, sé amable contigo misma, perdónate y en ningún caso te
prives de comer al día siguiente ni te saltes comidas para compensar. Si
recurres después, para castigarte, a ayunos o dietas drásticas, lo más
probable es que en el momento menos pensado vuelvas a recaer en el
atracón.
6. Visualiza tu nuevo estado ideal
Come, como si te sintieses delgada y hazlo a la vista de todos.
Como si ya hubieras conseguido tu peso ideal, así tu cerebro ayudará a
conseguirlo. Prepara algo que te guste mucho, hazlo con esmero y
dedicación y siéntate tranquila a la mesa. Cuanta más atención pongas en
la preparación de la comida, más consciente harás este momento. Y
siempre sentada a la mesa. Sentarse a comer significa “decidirse” a
comer: saber lo que estás haciendo, viendo lo que vas a llevarte a la
boca, relacionándote de manera cercana y natural con los alimentos.
7. Mientras comes, solo come
Cuanto más fácil creas que es perder peso para ti, más fácil será.
Utiliza la palabra para reprogramar tu manera de pensar. Y no te
entretengas viendo la televisión ni leyendo el periódico ni poniéndote
música. Es importante disfrutar de los sentidos mientras comes. Cuando
comas, come. Busca un ambiente agradable y confortable y evita el estrés
mientras comes.
8. Cambiar de dentro, hacia fuera
Es importante que tengas muy presente el cambio que se va gestando.
Y que este cambio es de dentro hacia fuera. A medida que revisas tus
emociones, que tu cerebro visualiza la nueva imagen, el cuerpo la hace
realidad. Haz de esta imagen un hábito, recuérdala a lo largo del día.
Verás como eres más consciente de lo que te llevas a la boca, sin
engañarte. Anímate a hacer un diario. Apunta tus sensaciones,
sentimientos, deseos... Escribe y vive, en vez de “atragantarte” con lo
que querrías eliminar de tu vida.
9. Nutrir la mente y el cuerpo
Cada alimento no sólo nos proporciona nutrientes, sino que también nos aporta energía, nos afecta de forma emocional y cognitiva
y tiene bastante que ver con nuestras reacciones. Una forma de tomar
conciencia de ello es preguntarte cómo ha recibido tu cuerpo cada uno de
los platos que le has ofrecido. ¿Cómo ha reaccionado ante la ensalada,
la paella, el pastel? ¿Cuáles te han satisfecho más, o te han
proporcionado mayor grado de bienestar? ¿Cuáles deseas volver a probar?
Te ayudará a crear una relación nueva con la comida.
Fuente: Mente Sana
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